En mi trabajo con personas con deterioro cognitivo -cada día- vuelvo a descubrir que antes de que desaparezca alguna de las capacidades de nuestro familiar o paciente con deterioro hay un periodo en que aún puede llevar a cabo un procedimiento solo o solo pero con supervisión o apoyo.
Por ayudar un poco al cuidador pondré algunos ejemplos para las diferentes etapas, siguiendo el camino que va desde el deterioro leve al grave:
Podemos detectar que empieza a tener dificultades para desplazarse , comienza el riesgo de que se pierda, entonces en lugar de acompañarle una posibilidad que ayudaría a evitar que pierda la autonomía y la capacidad de hacerlo sería permitirle que lo haga y supervisarle desde lejos, así si ocurriera algún error tendríamos oportunidad de subsanarlo.
Puede ser que ya no sepa hacer la compra solo, que compre cosas innecesarias y olvide otras que le hacen falta. Podemos pedirle que haga la lista, supervisarla, corregirla y acompañarle.
Empieza a tener dificultades para realizar operaciones matemáticas, podemos proceder ayudándole (recordándole las que se lleva, indicándole paso a paso lo que tiene que hacer, puede que falle en principio y después «recupere» lo olvidado, esto lo vemos con mucha frecuencia, y el cálculo es una actividad muy compleja en la que están involucrados los procesos atencionales (atención focalizada, selectiva y sostenida), la memoria de trabajo (manipulación mental de la información) y la función ejecutiva (planificación, secuenciación, supervisión, flexibilidad mental, capacidad de resolución de problemas y control atencional)
Cuando tenga problemas en la denominación, no recuerda los nombres de los objetos, el llamado fenómeno de la «punta de la lengua», podemos darle una pista, indicarle la primera sílaba o deletrearle el nombre del objeto, así reactiva la huella de memoria, se olvidan antes las palabras que no utilizamos.
Cuando es más avanzado el deterioro observamos que no sigue instrucciones para mover determinadas partes de su cuerpo, levantar una pierna, un brazo, girar la cabeza, una opción es ponernos delante de él/ella o a su lado y actuar como modelo al tiempo que le damos la instrucción. Esto puede servirnos cuando queramos que colabore en vestirse por ejemplo.
Más adelante comienza a mostrar dificultades para comer, beber, ayudémosle a llevar el vaso o el cubierto a la boca la primera vez, podemos apoyarle agarrando el codo, pero después dejémosle hacer.
En eso consiste en cierto modo la «Estimulación Cognitiva» en repetir las conductas no perdidas para evitar por el mayor tiempo posible su perdida. Por cierto, que esto es generalizable en ausencia de deterioro cognitivo, por ejemplo si nos desacostumbramos de leer o de pensar o de cualquier otro hábito beneficioso, algo lo perdemos. ¿Y qué pasa con los hábitos nocivos? desde el hábito de pensar «mal» hasta otros de los que llamamos adicciones, también la falta de práctica «los debilita»
Graciela Otero Fernández
Neuropsicóloga
Colegiada Número M-27621