Emociones: autoestima y bienestar

No creo que aporte nada nuevo con esta entrada, pero a veces hay que hacer explícito lo implícito, declarar de donde partes, por otro lado, en esta ocasión mi entrada es una pregunta ¿alguien puede añadir algo en lo que yo no haya caído?

Recientemente me preguntó una compañera de trabajo: ¿cuáles son los objetivos de los talleres emocionales? y gracias a su pregunta pude responder: cuando trabajo sobre aspectos emocionales, con cualquier persona, aquejada o no de algún mal, solamente tengo dos objetivos

  • favorecer su autoestima
  • favorecer su bienestar emocional

Favorecer su autoestima

Parece ser que todos necesitamos tener una teoría sobre quienes somos y una valoración positiva de nosotros mismos. Para favorecer la autoestima, procuro devolver a la persona un reflejo de sí misma en el que descubra cuales son sus valores positivos y que a consecuencia de ver esa imagen se aprecie.

Para ello y con toda la intención del mundo cuando estoy junto a otra persona  realizo  el esfuerzo por escuchar activamente lo que la persona está contando de sí, y el esfuerzo por descubrir lo positivo que considero que todo ser humano posee. La base filosófica de la que parto está en pensar que toda característica humana es potencialmente positiva.

¿En qué se concreta esto para ti que me lees? En que en la medida que puedas, tal vez siempre, pero especialmente si estás junto a una persona que tiene una enfermedad neurodegenerativa, escucharle con interés y valorar todo lo positivo que hay en ella. Naturalmente, como cualquiera de nosotros puede imaginar con un mínimo de empatía, tener una enfermedad de este tipo hace temblar los cimientos de la autoestima más fortalecida.

Favorecer su bienestar emocional

El fin último de escuchar activamente y de descubrir lo positivo es que la persona se encuentre bien, a ser posible escucharle decir «que se siente feliz», ser capaz de hacer que conecte con aquello que le produce bienestar y de algún modo «ignore» lo que le daña.

Pero aquí no trabajo sin preguntarme si parto de premisas erróneas, lo positivo existe, la felicidad existe, pero el dolor, lo negativo, lo que nos daña, forma parte de la vida y no podemos ignorarlo, pues permanece, aunque esté «debajo de la alfombra» como diría una amiga psicóloga especializada en trauma.

Sin embargo, como trabajo con personas generalmente aquejadas de enfermedades -por el momento- irreversibles, creo que es justo y adecuado procurar que pasen momentos felices, que se encuentren lo mejor que pueden encontrarse, que sonrían, rían, disfruten cuanto sea posible. ¿Y tú? ¿Estás de acuerdo?

Por eso, y mientras no pueda hacer otra cosa, esos serán mis dos objetivos cuando trabaje el área emocional.