Oliver Sacks

“He amado y he sido amado. Se me ha dado mucho y he dado algo a cambio, he leído y viajado y pensado y escrito (…) Por encima de todo he sido un ser sensible, un animal pensante, en este hermoso planeta. Ha sido una gran aventura y un enorme privilegio”

Con estas palabras me ha dado Oliver Sacks la última lección, por el momento, me queda todo por leer de lo que él ha escrito, pues lo ya leído tengo que releerlo.

Era 1990, yo apenas acababa de empezar la carrera de Psicología cuando «conocí» a Oliver Sacks, fue gracias al cine, y a través de Robin Williams, quedé prendada de la supuesta humanidad de ese neurocientífico, su vocación de ayuda por encima de cualquier otro interés, la ternura que le movió a administrar L-Dopa a los pacientes de encefalitis letárgica y el dolor puramente humano que sintió cuando hubo de retirarla y devolver a esos pacientes al sueño; solo era un personaje de película, fue algún tiempo después cuando supe que no era solo un personaje sino era un humano real, el neurocientífico que me conmovería tantas veces a lo largo de estos veinticinco años que hace que «le conocí».

Poco después mi madre me regaló «Con una sola pierna», aún recuerdo la gran capacidad de este libro para hacer que me pusiera en la situación de sentir un miembro como si no fuera propio.

Más tarde, allá por 1999 cayó en mis manos «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero», del que recuerdo especialmente la historia sobre el hombre que no podía almacenar nuevos recuerdos y la del hombre que confundió a su mujer con el sombrero.

Mientras cursaba el Magíster de Neuropsicología Cognitiva volví a releerlo y también en esa época «Un antropólogo en Marte», donde pude tener una primera idea sobre el Asperger, o sobre una persona que se liga a un recuerdo, el de su querido pueblo Pontito y lo pinta durante toda su vida.

«Alucinaciones» cambió totalmente mi visión sobre la percepción y en cuanto al ser humano me hizo «intuir» que Sacks había vivido siempre al servicio del conocimiento.

En cualquier caso, hoy que el mundo le rinde homenaje, hoy que sentimos los que amamos la ciencia del cerebro que hemos perdido a alguien, y podemos hablar sin parar de este maravilloso científico, yo quería decirle adiós de esta manera, agradeciendo que nos haya enseñado tanto sobre el cerebro y al mismo tiempo nos haya enseñado tanto sobre una manera de ser científico sin olvidar nunca al ser humano, porqué si algo caracteriza a los libros de Sacks es que él siempre es una persona hablando de personas y me atrevo a decir que con amor y ternura.

¡Gracias por este legado enorme Doctor Sacks!

Graciela Otero Fernández

Psicóloga

Número de colegiada: M-27621