La enfermedad de Alzheimer se caracteriza especialmente por la pérdida de la orientación temporal, espacial, y en estadios más avanzados la orientación personal, por una dificultad creciente para incorporar nuevos conceptos o aprendizajes y por las dificultades para memorizar nuevos datos. Muchas veces, y aunque pasan desapercibidas, desde el comienzo de la enfermedad se producen dificultades atencionales.
Orientación temporal: Si tenemos un familiar o allegado con la enfermedad de Alzheimer podemos ayudarle proporcionándole una agenda y estimulándole a utilizarla a diario, cada mañana podemos ayudarle a tomar conciencia de la fecha en la que está vinculándola a eventos que puedan resultar de su interés (refranes, acontecimientos vitales, efemérides, planes)
Orientación espacial: pasear mucho con la persona, pidiéndole que nos indique el camino a seguir y que lo relacione con lugares conocidos para él.
Orientación personal y a su entorno: que mantenga una vida social activa relacionándose con sus allegados a través de los medios de que disponga (en persona, por teléfono, por videoconferencia) y que se mantenga informado (y comente las noticias de actualidad)
Aprendizaje: llevar a cabo actividades que potencien la posibilidad de memorizar información nueva, dar a los nuevos datos un significado (por ejemplo relacionar los nombres de las personas a las que conozca con los nombres de otras personas ya conocidas), pedirle que visualice cosas que no están presentes, pedirle que categorice listas de actividades a realizar o de objetos a comprar, o de personas a las que contactar, favorecer que cuando haya de incorporar nuevos datos estos entren por gran parte de los canales sensoriales (vista, oído, tacto, olfato) para que pueda procesarlos y asimilarlos mejor.
Tareas que incrementen su capacidad atencional y de concentración: dictados, copia de textos, lecturas breves comentadas, operaciones de cálculo (mentales y/o escritas), dibujos, pintura, escuchar música, realizar ejercicio físico.
Y como siempre y por encima de todo lo más estimulante sigue siendo la vida cotidiana: mantenerse llevando a cabo las actividades que se hacían antes del diagnóstico, participando lo más activamente posible en la vida.
Graciela Otero Fernández
Neuropsicóloga
Número de Colegiada: M27621